LET IT BE... NAKED, WHY?
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por José Miguel Jiménez y Pedro M Martínez


A finales del año 2003, anticipando el siempre productivo período navideño para las recopilaciones musicales, apareció un nuevo disco de The Beatles: Let It Be... Naked. El C.D. es una nueva muestra de los pingües beneficios que dejan las canciones del cuarteto de Liverpool, a quien la industria mantiene en el candelero consciente del fenómeno de masas que sigue protagonizando el mítico grupo.

Let It Be... Naked, contiene las versiones originales que The Beatles grabaron durante las sesiones de su último álbum, Let It Be, en 1968, L.P. que no fue puesto a la venta hasta dos años después debido a los conflictos internos del grupo. La novedad en la reedición es que este C.D. (editado también en vinilo) elimina el sonido Wall of Sound que incorporó durante la producción el conocido Phil Spector, ante la imposibilidad de que John Lennon y George Harrison, se pusieran de acuerdo con Paul McCartney sobre la posproducción de la obra. Las diferencias entre los miembros de la banda culminaron en la separación de los mismos antes, incluso, de las últimas sesiones de trabajo de grabación y la discográfica Apple encargó a Spector que diera salida a la música que dormía improductiva en un cajón. Las canciones originales fueron grabadas en una sola sesión, sin overdubs y sin instrumentación adicional, y The Beatles invitaron al pianista Billy Preston, músico amigo del grupo, que hizo unos buenos aportes al resultado final de algunas de las mismas.

El Let it be original fue, por tanto, un disco complicado. Se esperaba fuera el regreso de The Beatles a sus primeros tiempos de sonido acústico, sin los añadidos sicodélicos de los últimos discos que habían publicado. La relación entre los miembros de la banda, como decíamos, atravesaba un momento más que tenso y a duras penas se soportaban. Para más inri, la influencia de la mujer de John Lennon, Yoko Ono, una artista japonesa de la que se decía que era fría como un témpano y calculadora como un panel de la Bolsa, fue muy negativa para las relaciones entre los de Liverpool. Se comentaba, además, que el músico y la japonesa se pegaban mutuamente en el transcurso de las borracheras que montaban casi a diario. The Beatles se deslizaba, mejor se arrastraba como haciendo gala a su nombre por la cuesta del desencuentro.

El proceso de edición se fue alargando. Tanto que el álbum nació a destiempo, afectado también por la demora en la finalización de la película (donde participó Yoko Ono) que documentaba las sesiones. Se retrasó tanto que vio la luz después del disco Abbey Road (1969), el último legado de los Fab Four unidos. Quizá por eso nunca tuvo el cariño que se merecía de parte de sus progenitores, que ni siquiera mantuvieron el nombre que pensaban colocarle Get Back ni se preocuparon demasiado cuando fue publicado. Primero, lo dejaron en manos del ingeniero Glyn Johns y, después, en las del productor Phil Spector, quien recibió las gafadas cintas y les agregó una grandilocuente «muralla de sonido», con lo cual el álbum perdió el enfoque musical con que había sido ideado. El más molesto con el resultado fue McCartney, gestor del proyecto original, quien vio como un atentado el pastiche musical ideado por Spector, más adecuado para el sonido americano de la Tamla que para la música del autor de canciones como Eleanor Rigby.

Ahora, más de treinta años después del lanzamiento de Let It Be, el vocalista del grupo se ha resarcido haciendo las cosas como siempre quiso que fueran. El titulo del nuevo disco, Let it be... naked, pretende reflejar la «desnudez» de las canciones que los cuatro «chicos» de Liverpool tocaron en el estudio de Apple que, por cierto, estaba en reformas durante la grabación del disco. La diferencia con respecto al L.P. original radica en la limpieza de todos los ruidos extras en las canciones con el objetivo de sacarles lo que le había colocado Phil Spector, para que se escuchen tal y como fueron concebidas por el grupo, y en la remasterización que se ha aplicado a las mismas con el objetivo, creemos que logrado, de devolver al sonido estéreo una espacialidad parecida a la que imperaba en aquella época. Para hacer más obvias las diferencias se han borrado todas las frases que había entre algunos temas, ya no aparecen dos canciones originales (Dig it y Maggie Mae), se ha sumado otra (Don't let me Down) y se ha cambiado el orden de la lista original de canciones.

Las diferencias musicales, sin embargo, no son tan evidentes, salvo en canciones que tenían una gran carga orquestal, como Across the universe o The long and winding road; el resto no aporta grandes novedades que justifiquen, en opinión de muchos, la reedición del disco. Además, algunas de las tomas seleccionadas para Let It Be... Naked ya eran conocidas a través de ediciones piratas. El disco recoge, en un segundo C.D., las conversaciones mantenidas por los componentes del grupo en un ensayo efectuado en 1969, que la casa editora que desgraciadamente ha pasado del castellano no ha traducido, así que es una grabación sin sentido para una gran parte del público latino que no sabe inglés pero que, sin duda, adquirirá el producto.

Así pues, se abre un debate sobre la justificación de la edición de Let It Be... Naked. Para algunos, el nuevo disco es totalmente necesario y hace justicia tanto a McCartney (Ringo Starr pasa del todo, al parecer) como a la discografía del grupo. Para otros, surgen una serie de preguntas acerca de la nueva edición: ¿era realmente tan poderosa la compañía discográfica Apple como para publicar un disco de la banda más importante de la música popular, con arreglos y con un sonido final que sus componentes no querían?; si la respuesta se basa en el cumplimiento de un contrato discográfico y de unos intereses económicos, ¿qué nos impide pensar que son esos mismos intereses económicos los que han provocado la edición del nuevo disco?; además, ¿quién es el verdadero dueño de los derechos de autor o royalties de las canciones de The Beatles? Es seguro que Michael Jackson podría decir algo al respecto...

Al margen de la polémica, necesaria sin duda en estos tiempos de instrumentalización del arte y de la cultura, Let It Be... Naked es una buena grabación que recupera para los más jóvenes y para los «carrozas» que vivieron aquellos años un sonido que sigue vigente, fresco y poderoso y que no debe perjudicar, de otro lado, la figura de Spector, un buen productor discográfico cuya imagen parece quedar dañada con los términos de «limpiar», «purificar», etc., que muchos aplican a la operación de purga de sus arreglos en el último, de momento, rescate de la mítica música de The Beatles.


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Discografía de The Beatles:

Please Please Me (1963) | With the Beatles (1963) | A Hard Day's Night (1964) | Beatles For Sale (1964) | Help! (1965) | Rubber Soul (1965) | Revolver (1966) | Sgt Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) | Magical Mystery Tour (1967) | The Beatles (Album Blanco) - 1968 | Yellow Submarine (1969) | Abbey Road (1969) | Let It Be (1970)

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Ilustración artículo: The Fabs, By United Press International (UPI Telephoto)
Cropping and retouching: User: Indopug and User:Misterweiss [Public domain], via Wikimedia Commons.


Revista Almiar - Margen Cero™ (2004) - ISSN 1695-4807 | Contactar con la redacción |
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